jueves, 20 de mayo de 2010

El Rocío

El Rocío.

Para quien no lo conozca, la definición de la Romería del Rocío es muy fácil, es una peregrinación masiva y escoltada por la Guardia Civil, llena de borrachos conduciendo vehículos de todo tipo o a lomos de caballos, mientras sus acompañantes, llenan los arcenes, cunetas, bosques, caminos y fincas, de basuras y excrementos, todo ello aderezado con una buena dosis de maltrato a los animales, siendo varias las decenas de equinos muertos a orillas del camino, faltos de alimentación, de agua, castigados vil y duramente por sus jinetes, toda una canallada. Los caballos y demás equinos que no fallecen suelen ser, bien porque son jóvenes o más fuertes y soportan esa aberración, bien porque son de raza y el dueño, por motivos crematísticos, los cuida algo más. Por supuesto el Seprona no existe en estos lares, ni se le espera.

Normalmente, mucho de los vehículos conducidos por borrachos, carecen de seguro, de ITV, y de muchas otras obligaciones que en cualquier época traería caras consecuencias.

Esta peregrinación, cuyo éxito se basa, exclusivamente, en el alcohol y otras drogas, se basa, por un lado en la incultura y la ignorancia, por otro en intereses económicos.

Tiene dos vertientes diferenciadas: el pudiente, que acude con las comodidades propias de las personas, y que normalmente, acaba poniendo los cuernos a su cónyuge, mientras esta, entre borrachera y borrachera, hace lo propio. La otra vertiente, está clara: el tieso, que malvive y se hacina en una casa impropia para el uso de las personas normales, y que suele ser tan maloliente como el mismo individuo al cabo de varios días, sudando y con escaso aseo. El próximo lunes y martes, al final de la peregrinación, podréis ver, en plena autopista A-49, tractores y otros vehículos, con carromatos, circulando a menos de 50 km/h, poniendo en peligro la seguridad viaria, sin que, en ningún momento, la DGT intervenga.

Igualmente, estos días, desde el inicio de la peregrinación, no existen controles de alcoholemia, principalmente porque quien tiene que realizarlos, no atina a encender el aparatito.

Ayer por la mañana, a las 10:30, me cruce con una de estas caravanas, aquí la llaman hermandades, y al parar a la altura de un tractor, en la localidad de Benacazón, el conductor iba bebiendo cerveza con alcohol, era un botellín, ¿cómo estará ese hombre 6 o 7 horas después?.

La excusa religiosa queda ampliamente desvirtuada por el comportamiento de los peregrinos o romeros, condicionada por el alcohol. Si desapareciera ese aliciente, os garantizo que ni el 20 % de los actuales incondicionales acudiría.

Esperemos que algún año, la de momento poco Benemérita, cumpla, acate y haga cumplir la Ley, o, mejor aún, que cese esta ignominia.